top of page

Un lugar en Margiela

Charo es un lugar. El último, entre montañas y valles del pirineo de Huesca, donde se verá una de las colecciones privadas más completas de Martin Margiela. Reunida a partir de 2006 durante una década, la componen doscientas cincuenta piezas de las colecciones más emblemáticas del diseñador, presentadas desde 1984 hasta la temporada invierno de 2006. Algunas de esas piezas no fueron vividas, pues nunca se llegaron a poner hasta un día de enero de 2018.

La decisión de dejar volar cada una de las piezas de la colección que atesora Alex G. Cano sale de lo más hondo de su co- razón, igual que nació su voluntad por empezarla. El tiempo, la energía y la pasión dedicados durante un decenio a reunir las creaciones más emblemáticas de Margiela expiran de manera natural y se desvanecen para dejar espacio a otros sueños. La necesidad de belleza que siente el coleccionista muta y se transforma; se traslada ahora a un paisaje, el de Charo, en el que resuena la belleza que durante tanto tiempo encarnaron en su imaginario las piezas, una a una, de la colección. Llegadas desde Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Europa y Asia, por fin, en enero de 2018, las prendas salen de su caja, donde han dormido un letargo de años, arropadas, quizá aturdidas, pero en excelentes condiciones de conserva- ción, para cobrar vida en Charo. Allí recorrerán las praderas y los caminos, jugarán con los copos de una nieve inesperada, disfrutarán del sol amable que suaviza el perfil de un territorio de silencios y soledades; allí, donde, como en el trabajo de Margiela, todo es esencial.

Charo es la despedida de una colección, única e irrepetible, profundamente personal, el último momento antes de que cada pieza emprenda un nuevo camino; el testimonio de un universo que se desintegra para dar lugar a otros. Cobrasentido la necesidad de fijar en el tiempo algo que nunca más volverá a ocurrir, quizá como la mejor manera de celebrarese episodio único.

La mirada de Daniel Riera a través de su objetivo será la voz silenciosa que lo narre. Conjugará su ojo sensible con la memoria para, así, capturar el alma de la colección, aquello invisible que explica lo que se ve. También evoca la conexión de Alex con el imaginario de Margiela y su sensibilidad, cómo entiende el creador la belleza, el cuerpo y los materiales, la feminidad sin artificios; ahí está su magia para hacer que las creaciones parezcan tan serenas como vivas, su presencia y su corporeidad, su narrativa atemporal.

Las personas que inspiraron la colección también están convocadas a la cita, pues así lo quiere Alex. Todas fascinadas, y todas de diferente modo, por el imaginario de Margiela. Cada una de ellas ha supuesto una manera de inspirar nuevas creaciones, de conocer, entender y acercarse al creador, también de imaginarlo, de compartirlo y vivirlo. Cinco mujeres de edad, fisonomía y personalidad distinta, que se fundirán con las piezas de la colección que va a fotografiar Daniel. Unasensibilidad próxima al diálogo entre la colección y su coleccionista, como le gusta recordar a Alex: «Cuando pienso en algo bello, es algo visto por él, me ha educado la mirada