En agosto de 1993, Cornelia Suhan fue a Bosnia por primera vez para ayudar a establecer un centro de terapia en Tuzla para mujeres que habían sido violadas. Regresaría todos los años –faltándose sólo el año del nacimiento de su hija– y en 2018 comenzó a tomar fotografías.
“Seguí pasando por delante de los edificios donde se habían cometido los crímenes durante mis estancias en Bosnia. Están esparcidos por todo el territorio nacional, en algún lugar completamente inofensivo: en una carretera rural, en la calle de un pueblo, en el terreno de una fábrica, en el terreno de una cooperativa agrícola, en una zona residencial de la ciudad o en el recinto escolar... Abandonados, estos edificios estaban allí; Ya nada indicaba los crímenes cometidos allí, las paredes muertas de las casas me miraban fijamente”.
Suhan comenzó a investigar los sitios de manera más sistemática a partir de 2019 para documentar crímenes de guerra en diferentes regiones del territorio nacional. En ninguna parte descubrió placas en los edificios que conmemoraran los crímenes o rindieran homenaje a los sobrevivientes ni a las mujeres asesinadas en el contexto de las violaciones de guerra.
“Todo esto se quedó conmigo, porque para mí los edificios parecían mantener una conexión con los acontecimientos anteriores de la guerra como testigos silenciosos, ya fueran renovados, abandonados, reocupados o revividos en su función original. Noté cómo algunas casas aún permanecían abandonadas después de la guerra; a mí me parecían los “intocables”, mientras que a otros les habían borrado todo rastro”.
El libro incluye casi 90 imágenes que muestran algunos de los edificios donde se cometieron los crímenes: desde escuelas y pabellones deportivos hasta hospitales y cuarteles de policía, garajes, edificios de apartamentos, hoteles y spas, molinos, fábricas, comedores, estaciones de autobuses, cuarteles generales del ejército, prisiones, museos y mezquitas. El edificio es visible, pero no lo que sucedió dentro. La documentación de Suhan sobre los edificios permite una presentación objetiva y transmite información y evidencia para comenzar a percibir e intentar comprender la enormidad y escala de los crímenes contra las mujeres durante este período.
“Los edificios y lugares representados en las fotografías son una ocasión para un proceso de recuerdo y conmemoración. Nos hablan de una manera diferente a como las mujeres (pueden) hacerlo ellas mismas. Ellos –estos lugares, estas casas– como “objetos parlantes” nos imponen imágenes que son difíciles de soportar y que sacuden nuestra percepción habitual. Permiten comprender espacios (de experiencia) que “normalmente” aislamos bien en la vida cotidiana y manejamos con vergüenza, silencio u ocultación. Si el evento es presenciado y mencionado, desafiamos su tabú” - Verena Bruchhagen