La serie premiada del año 2000 nos lleva en un viaje por Rusia en pleno invierno. Delahaye revela los problemas y miserias de la población rusa durante los cambios que azotaron a la Rusia poscomunista. La cromaticidad inusualmente intensa subraya la íntima crueldad de la serie.
 
En “Winterreise” de Delahaye, el espectador lo acompaña en su viaje a través de la miseria de la Rusia poscomunista, revelando un país en estado de agitación, en el que muchos de sus habitantes se pierden en el camino. El fotógrafo siguió el ferrocarril Transiberiano a través de Rusia desde Moscú hasta Vladivostok, entre noviembre de 1998 y marzo de 1999. En las abandonadas afueras de las ciudades que pasó por Dzerzhinsk, Novgorod, Perm, Omsk, Noriilsk, Novosibirsk y Krasnoyarsk, llamó a las puertas. de completos desconocidos. Acompañado por un autor ruso del que se hizo amigo, Delahaye obtuvo acceso directo a esas esferas privadas. Vio hombres desempleados, familias disfuncionales, parejas que sólo tenían en común el alcoholismo, drogadictos y niños que tenían que valerse por sí mismos o que ya habían sido víctimas de una realidad desesperada. Pasó horas sentado en silencio y observando en entornos privados de extraños. “Siempre estuve ahí”, dijo el fotógrafo. “Hasta el momento, e incluso más allá del momento, en que era decente estar allí”.
 
Las imágenes de Delahaye son directas e inmediatas, ricas en detalles y con un uso dramático del color. El fotógrafo conoció a los retratados en apartamentos destartalados, en cobertizos sucios que servían de refugio y en centros psiquiátricos. Las fotografías, tomadas con una Contax G2, un objetivo de 35 mm y un visor Leitz, parecen haber surgido de un escenario despiadado del fin de los tiempos, sin ningún atisbo de esperanza, pero sí con mucho alcohol para escapar de la desolación de la vida cotidiana. La depresión social, moral y espiritual se puede ver en todas partes. Sin embargo, a pesar de todos los motivos escalofriantes, la serie de imágenes tiene un segundo nivel sorprendente, que se hace particularmente evidente en las 144 imágenes del libro publicado en 2000: su retrato del país parece mostrar una Rusia en sus últimos pasos; aun así, el fotógrafo logra entretejer la belleza en sus tristes estudios. Esto se debe principalmente a su uso del color: sea cual sea el entorno, todas las fotografías fueron tomadas con luz natural; el ambiente singular, más bien escenificado, junto con la combinación de colores atmosférica, contrasta radicalmente con la dureza de las escenas; Los colores saturados y cálidos crean una alienación irreal, que recuerda más a un cuadro. Aquí, pues, parece estar el mayor vínculo con el ciclo de canciones del romántico compositor alemán Franz Schubert: a pesar de la tristeza y la melancolía, el espectador comparte el destino de los retratados, y la desolación de la realidad encuentra un lugar en la visión poética y subjetiva del fotógrafo. imágenes.
 
Si hoy le preguntas al fotógrafo qué aprendió sobre el país, su respuesta lacónica es “no mucho”. Parece que su experiencia fue similar a la del vagabundo de la canción más famosa de “Winterreise” de Schubert: “Vine aquí como un extraño, como un extraño me voy”. En esta serie, el fotógrafo intentó cerrar la brecha entre la fotografía documental y la artística. Unos años más tarde, Delahaye finalmente se alejó completamente del fotoperiodismo, dedicándose a nuevos temas y formatos.